La ONU decreta al ejercicio 1985 como el Año Internacional de la Juventud.
Las Madres aprovechan la declaración para impulsar una campaña
internacional en respuesta a la política de hostilidad del gobierno radical hacia
ellas. Mientras el alfonsinismo insiste en mostrar a las Madres aisladas del
resto del pueblo, ellas replican con la campaña “En el año internacional de la
juventud, dele una mano a los desaparecidos”, que consiste en poner una mano
sobre un papel en blanco, dibujar su contorno, y con su nombre, enviarla a la
Casa de las Madres, en Buenos Aires. Más de un millón y medio de manos,
provenientes de 86 países repartidos en 5 continentes, son recibidas por las
Madres y demuestran al gobierno el apoyo y el consenso que la inflexible
postura de las Madres gozan, no sólo en el país sino también en el exterior,
donde Alfonsín piensa consagrarse como el paladín de los derechos humanos
y la Justicia. La Marcha en repudio al golpe, realizada el 21 de marzo y donde
son exhibidas las hojas con las manos, reúne a más de 50 mil personas y
culmina con el recitado de Hebe de las estrofas más emblemáticas de un
poema de Pablo Neruda, que parece escrito especialmente para esa ocasión:
“Pido castigo”.