El 22 de abril de 1985 comienzan finalmente las audiencias del Juicio a los
comandantes de la dictadura. Los antecedentes no son alentadores: los
decretos de juzgamiento para unos y otros; el sesgado informe Nunca Más, sin
la lista de asesinos, y la Teoría de los Dos Demonios expresada en el prólogo
del libro, anuncian formas vedadas de impunidad, que se confirman en la
sentencia, dictada el 9 de diciembre. Las penas aplicadas son leves y 4 de los 9
acusados consiguen el sobreseimiento. El fallo niega la coordinación entre las
fuerzas. Al comienzo de la lectura, los fiscales Strassera y Moreno Ocampo,
en línea con lo que dispone el presidente del Tribunal, León Arslanian,
ordenan a Hebe que se quite el pañuelo, porque representa “un símbolo
político”. Cuando se dicta la primera absolución, Hebe opta por retirarse, en
absoluta soledad, sólo seguida por los periodistas, a quienes declara en la
puerta del salón: “No me dejan usar el pañuelo en la sala porque queda
demostrado que la única condena en este juicio es el Pañuelo Blanco”. Al día
siguiente, las Madres realizan su quinta Marcha de la Resistencia, que reúne
miles y miles de personas que repudian junto a ellas el fallo.

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