Durante todo el año 2001 las Madres advierten que el gobierno se encuentra en descomposición y que la crisis es total. El 25 de mayo de ese año una banda fascista ingresa al domicilio de Hebe, en La Plata, y tortura salvajemente a María Alejandra, su hija, mientras la presidenta de las Madres se encuentra en Brasil, en gira de trabajo. El hecho aún permanece impune. Para las Madres el giro represivo es claro, y lo confirman un mes después, cuando piqueteros que cortan la ruta en General Mosconi son asesinados por la Gendarmería. Las Madres declaran entonces que estamos ante una especie particular de Terrorismo de Estado, inédita en tiempos democráticos. Las Madres son criticadas por esa definición, pero el tiempo y los hechos que se suceden a partir de entonces les dan la razón. Al mediodía del miércoles 19 de diciembre de 2001, la declaración de estado de sitio por el balbuceante De la Rúa es casi un hecho. Las Madres de Plaza de Mayo prevén un escenario muy conflictivo para el día siguiente, que podría impedirles marchar a las 15.30, como todos los jueves. Para ganar tiempo y ocupar la Plaza de Mayo con suficiente antelación, hacen una declaración convocando al pueblo a la Plaza para las 12 horas del jueves 20 de diciembre. La excusa es repartir una carta pública dirigida al presidente, para entregar luego en la Casa de Gobierno. Pero el objetivo es otro: garantizar la tradicional marcha alrededor de la Pirámide y frustrar la previsible represión. Sin embargo, los hechos se precipitan. De la Rúa declara el estado de sitio, y el pueblo gana las calles desde la noche del miércoles 19 de diciembre y durante toda la madrugada del 20. En la mañana del jueves, tras acompañar al pueblo en su espontánea salida a calle, las Madres decide adelantar la convocatoria prevista para las 12 cuando ven por televisión las escenas que ocurren en la Plaza: detenciones, golpes, corridas. Al llegar a la Plaza para solidarizarse con quienes están siendo reprimidos, las Madres arman como pueden su puesto para repartir sus volantes. Es entonces cuando una formación de la Guardia de Infantería se les para por delante, con sus armas, cascos y escudos, mientras otra de la División Policía Montada las embiste por detrás, golpeándolas con sus fustas y tiroteándolas. Sobre un total de 14 Madres presentes, con edades de entre 70 y 90 años, 7 resultan heridas con balas de goma y golpes de bastón. Las imágenes del cobarde ataque recorren el mundo entero en tiempo real, provocando que la salida a la calle resultara ya incontenible. La carta de las Madres a De la Rúa no puede ser entregada, pero las horas en su cargo del último presidente radical están contadas.

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