Al imprescindible Néstor.
Desde mi cocina, julio del año que quieras.
Querido hijo y compañero, como vos me enseñaste que eras. Te escribo para compartir algunos momentos que me hiciste vivir intensamente. Desde bajar los cuadros con aquel «Proceda», hasta darnos una parte de la ex-ESMA, pasando por acelerar los juicios, tu paso por mi vida fue como un huracán que limpió mi cielo. Quiero que recordemos juntos tu sabiduría al dedicarle tanto tiempo a las pibas y los pibes siempre con una sonrisa, un abrazo, un gesto de amor haciendo crecer en ellos la pasión por la política, sin dejar de vivir su juventud con libertad y sueños. Estos millones de hombres y mujeres que se formaron con vos, son los que hoy participan en este gobierno con la humildad que te copiaron, la sonrisa en los labios y el dolor por los que menos tienen. No sé si sabés que ocupan secretarías, ministerios y otros lugares, porque la mayoría dijo «donde hagamos falta», con la fuerza, la humildad, la lealtad… ayudando a los que menos tienen o nada tienen. Eso demuestra que fuiste un gran maestro de la política y la vida. Yo sigo cumpliendo años, así que en algún momento nos encontraremos en alguna nube tormentosa con rayos y truenos, como fueron nuestras vidas. Querido mío, tus sueños junto a este gobierno los estamos reconstruyendo de a poco, porque el ataque de distintos virus es permanente. Nos quieren paralizar pero no pueden. Desde donde estés, ayudanos a pelear por esta amada patria para que se recupere el trabajo, la vivienda y los placeres de la vida que son un derecho de todos. Néstor, te llevo en mi corazón, te abrazo fuerte, te sueño muy cerca cada noche y te digo: Hasta siempre, querido hijo, compañero del alma. Mamá Hebe.

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