Mientras en junio de 1985 toman la Casa Rosada, y en marzo y en julio de 1996 hacen lo propio con el Cabildo y la Catedral, respectivamente, un jueves de agosto de 1997, horas antes de la marcha en Plaza de Mayo, las Madres toman sorpresivamente la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. En todos los casos se trata de tomas pacíficas, simbólicas, pero profundamente sintomáticas de sus más viscerales reclamos. En el caso de la Bolsa, la medida es resuelta en rechazo al lanzamiento por parte del gobierno de un bono por 3 mil millones de dólares, para pagar la reparación económica para los familiares de los desaparecidos, cuya cotización fluctuaría en la sede financiera. Esa nueva emisión figuraría en los presupuestos del ejercicio 1998, y sería parte del nuevo acuerdo que entonces firmaría el gobierno de Menem con el FMI. La ley de reparación económica se había aprobado 3 años antes, en diciembre de 1994, el mismo día de la culminación de la 14ª Marcha de la Resistencia. La norma establece que los familiares de los desaparecidos podrían inscribirse para cobrar el beneficio, hasta el año 2000. Al tiempo que las Madres la rechazan, los organismos de DD.HH. celebran la ley, que es impulsada por el gobierno y apoyada por la CIDH de la OEA. El decreto que la reglamenta fija en 220 mil pesos nominales (o dólares) el pago por cada desaparecido. Las Madres de Plaza de Mayo toman la Bolsa de Comercio en absoluto repudio a esa política, porque consideran inaceptable la monetarización y cotización bursátil de la lucha de los desaparecidos. Para las Madres, “la vida sólo vale vida”.