Dos días antes de que Bignone decrete la autoamnistía, largamente anunciada, las Madres realizan su tercera Marcha de la Resistencia, entre el 21 y el 22 de septiembre de 1983. Para participar de la convocatoria, un grupo de artistas plásticos lleva una propuesta mecanografiada a la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que consiste en: “realizar 30.000 imágenes de figuras humanas a tamaño natural realizada por todas las entidades y militantes de distintos sectores que coincidan en reclamar por los derechos humanos”. Las Madres aceptan la propuesta: nace El Siluetazo. El objetivo es representar con instalaciones de gran impacto visual el reclamo por la “aparición con vida”, darle a la movilización otra posibilidad de expresión y perdurabilidad temporal, y crear un hecho gráfico que golpee al gobierno a través de su magnitud física y desarrollo formal y por lo inusual renueve la atención de los medios de difusión, a la vez que constituya una actividad aglutinante, que movilice desde muchos días antes de salir a la calle. En efecto, durante semanas previas, en la Plaza de Mayo y en parques y esquinas concurridas de la ciudad, cientos de jóvenes se acuestan sobre los papeles donde manos solidarias dibujan la silueta de sus cuerpos, para colgar luego en toda la ciudad, especialmente los alrededores de la Plaza de Mayo. Así, el siluetazo se convierte en la representación gráfica de la consigna “Aparición con vida”.