PRIMER ENCUENTRO CON EL PAPA

En julio de 1980, el Papa Juan Pablo II realiza su primer viaje a Brasil. Aunque por medio de Adolfo Pérez Esquivel habían conseguido que dos Madres integraran la comitiva que se reuniría con el Sumo Pontífice; un grupo de Madres decidió redoblar la apuesta. Un grupo de 20 Madres, en su mayoría de La Plata, tomaron la iniciativa, alquilaron un ómnibus y viajaron a Porto Alegre, ciudad ubicada en el sur de Brasil. La decisión de ir a esa ciudad fue porque allí habría menor cantidad de gente -al ser una ciudad más pequeña que San Pablo- y tendrían más chances de lograr un encuentro con Juan Pablo II. Llevaron una bandera de treinta y seis metros de largo con la inscripción: «POR LOS DESAPARECIDOS EN ARGENTINA – MADRES DE PLAZA DE MAYO». Fue colgada frente a la Catedral y vista por miles de personas. La iglesia brasileña expresó su descontento por la manifestación de las Madres. Al día siguiente colgaron la bandera en un edificio frente a la Asamblea Legislativa que, tras una serie de forcejeos, fue quitada y secuestrada por la policía local. Entonces, las Madres redoblaron la apuesta: fueron invitadas por el diputado Aldo Pinto -poseía inmunidad diplomática- a un departamento en el 5to piso del mismo edificio y colgaron una nueva bandera, esta vez con la inscripción: «LAS MADRES DE PLAZA DE MAYO PIDEN SOCORRO AL PAPA». Finalmente, el sábado 5 de julio de 1980, en el Estadio Gigantinho de Porto Alegre, fueron recibidas por Juan Pablo II. Fue un triunfo político para la organización, conseguido gracias a una combinación de creatividad, tozudez, perseverancia, insistencia, coraje y lucidez política; todas características intrínsecas de las Madres de Plaza de Mayo.