La Asociación Madres de Plaza de Mayo entregó, este jueves, el pañuelo blanco, símbolo de su lucha durante 40 años, a Dilma Rousseff, la presidenta elegida democráticamente de la República Federativa de Brasil, destituida por un vergonzoso golpe institucional.
Hebe de Bonafini le entregó el máximo galardón que ofrecen las Madres, en el marco de una actividad organizada por la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata, que también reconoció a Rousseff con el Premio Rodolfo Walsh.
«Este pañuelo es el abrazo de nuestros hijos y Dilma se lo merece porque después de haber soportado la cárcel y la tortura llegó a ser presidenta», sostuvo Hebe minutos después de la entrega, en la ceremonia que se realizó en el Polideportivo de la Facultad de Humanidades.
“El pañuelo tiene que ver con la política. Nos lo pusimos por primera vez para identificarnos en una marcha. Y de ahí se convirtió en un símbolo. No es un trapo, lo borda Rosa de Camarotti, una de las Madres, punto por punto. Yo sentí recién que mis hijos abrazaban a Dilma. Como mis hijos, Dilma dio su vida, o casi la dio, en las mazmorras de Brasil para después llegar a ser presidente y trabajar por su pueblo.” El público empezó a gritar “¡Fora Temer!” “¡Fora Temer!” Hebe tomó la frase: “Pero no alcanza con decir ‘fora Temer’, hay que decir qué vamos a hacer para ‘Fora Temer’, igual que no alcanza con decir ‘Fuera Macri’, hay que decir cómo haremos para ese ‘Fuera Macri’”.
En otro tramo, Hebe sostuvo: “Los revolucionarios no son terroristas. Los terroristas son los que nos matan de hambre, los que venden nuestros países”. Estamos honradas que Dilma lo reciba”
Al hacer uso de la palabra, luego de recibir el pañuelo, que se colocó en la cabeza y se lo anudó en el cuello con respeto y convicción, Rousseff agradeció el gesto de las Madres y manifestó que “estar con Hebe de Bonafini es estar con un símbolo del coraje, de la pasión y del amor para la lucha de ideales y de la esperanza». «Quiero reconocer en ella a todas estas Madres”, agregó.
Sobre el escenario, Hebe la seguía con atención, igual que siete compañeras suyas, ubicadas en la primera fila: Evel de Petrini, Mercedes de Meroño, Elsa de Manzotti, Visitación de Loyola, Rosa de Camarotti, Josefa de Fiore y Claudia de San Martín
La líder brasileña agradeció, también, la distinción de la Facultad de Periodismo: «Para mí es un gran honor estar en La Plata, en esta Universidad y saludar a todos ustedes» y recordó que «en 1970, cuando estaba en la cárcel no sabía que había lucha y resistencia contra la dictadura acá en La Plata» ni que allí estaría dando la misma batalla «una luchadora y a quien considero una amiga, Cristina Kirchner».
En su discurso, postuló: “El golpe en Brasil tuvo una estructura construida por los medios de comunicación, controlados por cuatro familias, y segmentos del poder financiero que querían cambiar la economía a favor de las fuerzas de mercado».
Al recibir los reconocimientos, Dilma repasó los motivos del golpe parlamentario que la desplazó de la presidencia y señaló que los partidos de oposición aprovecharon «un momento de crisis económica para llegar al poder». La expresidenta confió en que esa crisis hubiese sido superada como otras que atravesó el país y señaló que el golpe llegó porque «sabían que no aprobaríamos medidas de economía neoliberal».
La referente del Partido de los Trabajadores subrayó el plan de ajuste que el Congreso brasileño aprobó tras la asunción de Michel Temer. «El ajuste no tiene precedentes. Por 20 años, no habrá ningún aumento real para la educación. Los ricos no precisan la educación pública ni los servicios de salud», exclamó.
Además, Dilma señaló que el impeachment llegó por las acusaciones de corrupción, pero no fue juzgada ante la Justicia sino que «se trató de un juzgamiento mediático», mientras que «aquellos que hoy dirigen el país están acusados de corrupción» por el Poder Judicial. La exmandataria sumó un ingrediente más a la «plataforma de partidos conservadores» que orquestaron el golpe: «el machismo y la misoginia».
En esa línea indicó que los gobiernos populares, por fuera de los paradigmas del neoliberalismo, “nos lanzamos a disminuir la desigualdad, en Brasil bajamos las privatizaciones, 50 millones de brasileños accedieron a la casa propia y 56 millones accedieron a programas de salud, sacamos 36 millones de brasileños de la pobreza extrema, amplificamos derechos de los trabajadores y garantizamos el crecimiento del salario real”.
“Pero estábamos nadando contra la corriente –advirtió–. Cómo explicar, por ejemplo, que en Estados Unidos, el uno por ciento de la población posee más del 90 por ciento de las riquezas y que un cuarto de ella sea producto de los trabajadores mexicanos pobres.”
“Podemos salir profundizando el proceso democrático –indicó–, queremos ampliar todo el espacio democrático posible, se han movilizado las mujeres, hubo un paro general en todo el país por primera vez en 19 años y vamos a elecciones con el candidato que más mide en las encuestas: Lula.” Al final volvió a puntualizar los peligros: “La segunda etapa del golpe es impedir que participemos en las elecciones del 2019 y destruir a Lula”.
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