Con los cuerpos transpirados, pero con la misma fortaleza de hace casi 40 años, las Madres marcharon en Plaza de Mayo, una vez más, en lo que fue su convocatoria de los jueves número 2028. Lo hicieron acompañadas por decenas de personas que entonaron diversos cánticos y consignas de apoyo al pañuelo blanco y de repudio al gobierno de Mauricio Macri.
Luego, en el espacio habitual de los discursos, en la breve sombra que proyectaba uno de los árboles de la Plaza, hicieron uso de la palabra la presidenta de la de Asociación, Hebe de Bonafini; el periodista y poeta Demetrio Iramain, director de la revista ¡Ni un paso atrás!; y Julián Axat, a cargo del programa ATAJO, de acceso a la Justicia en los barrios, dependiente de la Procuración General de la Nación. Antes que ellos, Francisco Martínez, director de la cooperativa Textiles Pigüé, una fábrica recuperada y autogestionada por sus obreros, le entregó un presente a las Madres.
“Queremos entregarle un presente a las Madres por el histórico acompañamiento que han tenido para con Textiles Pigué, que este lunes cumplió 13 años y que se impuso un objetivo: que el mercado jamás dicte la suerte de un trabajador de la fábrica”, sostuvo. “Nuestra rentabilidad está invertida en puestos de trabajo. Esto es lo que nos han enseñado las Madres”, agregó. El reconocimiento consistió en un cuadro que decía “Gracias por haber acompañado a ocupar, quedarse a resistir, para permitirnos producir”.
Seguidamente, Iramain, focalizó sus palabras en el proyecto del gobierno de bajar la edad de imputabilidad de 16 a 14 años.
Demetrio: “Como al macrismo les molestan los pobres, especialmente si son jóvenes, trata de sacarlos del medio con más violencia institucional, encerrándolos. Lo que quieren hacer con el proyecto de baja de imputabilidad es criminalizar la pobreza y la juventud. Eso es lo que está detrás”, afirmó. Él mismo presentó a Julián Axat, ex defensor de menores en La Plata, poeta, y actualmente a cargo del programa ATAJO.
“El gobierno, desde enero, viene proponiendo a través del Ministerio de Justicia, la discusión para llevar a cabo la baja de la edad de imputabilidad de niños, niñas y adolescentes, llevando la punibilidad de los 16 a los 14 años. ¿Ustedes saben quién bajo la edad a los 14 años? La dictadura de Videla, Massera y Agosti, en el año 1976”, arrancó Axat.
Luego, agregó: “La democracia la subió a 16 y ahora otra vez se la quieren agarrar con los pibes pobres de los barrios, que padecen las policías y pueblan nuestras cárceles, que están llenas de pibes: el 90% están poblada por chicos” de 16 a 24 años.
En sus discurso, brindó algunos datos concretos: “Menos del 4% de los delitos son cometidos por niños, niñas menores de 18 años. ¿Para qué tomar una medida de este tenor?”, se preguntó. “¿Por qué implementar medidas penales, si todavía no se ha implementado las políticas sociales que vienen de la Convención de los Derechos del Niño que tienen que ver con la redistribución de la riqueza a los niños y adolescentes? Bajar la edad a los 14 no va a mejorar la seguridad de la población ni reducir delitos; va a empeorar la seguridad ya que habilitará a las fuerzas policiales para que detengan a chicos y chicas desde los 14 años en adelante. Se expone a toda la niñez a la arbitrariedad policial”, argumentó.
“Esta medida incrementará la violencia ya que al ingresar al circuito penal se quiebran los vínculos con la escuela, con la familia, con los circuitos alternativos al delito y al sistema penal”, sostuvo. “Viola, además, la Constitución, particularmente las obligaciones asumidas por el Estado argentino. Es mentira que el Estado no puede hacer nada: debe financiar las instituciones y programas dedicados a prevenir y asistir a niños”, completó. Concluyó con una consigna precisa: “Con los pibes, no, Macri; con los pibes, no”.
A su turno, la presidenta de la Asociación, Hebe de Bonafini, se quitó el histórico pañuelo de su cabeza para colocarse una gorra con la viscera hacia atrás con la inscripción “Stop Bush”, miró a las cientos de personas que esperaban sus palabras y, sin titubear, señaló: “Yo soy un pibe chorro”.
Luego de los aplausos, narró una anécdota sobre la dura vida de una familia. Lo hizo en primera persona, poniendo el cuerpo como hace casi 40 años. Su historia estaba protagonizada por una familia numerosa que puede enviar a la escuela y alimentar día a día a todos sus hijos. Hasta que el padre pierde su empleo y debe salir a cartonear para alimentar a la familia. Pero no alcanzaba. Por eso, producto de la desesperación que provoca la frustración de no tener un plato de comida para los hijos, ese padre acepta la propuesta de ganar dinero a partir de distintas actividades ilegales: en una situación desesperante la razón es lo primero que se pierde.
Al tiempo, ese padre cae preso y ahora es la madre la que debe hacerse cargo, no sólo de la educación y la alimentación de todos sus hijos sino también de cargar con el peso de tener a su compañero privado de su libertad. El dinero no es suficiente pero hay que alimentar a la familia. Tiene que salir a robar, lo hace en una tienda, pero no tuvo suerte. Es detenida y enviada a la cárcel. ¿Qué es lo que sucedió? Esos hijos quedaron solos, a la deriva sin un plato de comida, sin poder ir a la escuela, sin casa.
Hebe miró a la gente que la escuchaba atentamente y se –les– preguntó: “¿Quiénes son los responsables de que esos chicos no tengan comida, no tengan un techo y no puedan ir a la escuela? ¿Quiénes son los responsables de que un niño deba salir a robar para comer? Familias enteras son marginadas, víctimas del abuso policial y de la desidia de un Estado ausente.
Entonces, ¿quiénes son los responsables? Los empresarios inescrupulosos, el presidente Macri y sus ministros que quieren matar de hambre al pueblo”, afirmó todavía con la gorra con la visera hacia atrás.
Hebe finalizó su discurso con una consigna contundente: “Ningún pibe nace chorro. Nace libre y feliz”. Ante la emoción que provocó en la gente que la escuchaba atentamente, Hebe de Bonafini aseguró de manera tajante: “Yo también soy un pibe chorro”.
Así concluyó.