
En una nueva Marcha de los Jueves, la número 2481, las Madres de Plaza de Mayo volvieron a decir presente en la Plaza, firmes, luminosas y rodeadas por la militancia. Una vez más, el pañuelo blanco brilló como una bandera viva, símbolo de una historia que no se resigna. En esta oportunidad participaron Demetrio Iramain, docente de la Universidad Nacional de las Madres, y Beto Pianelli, secretario general de AGTSyP, el sindicato de los trabajadores metrodelegados del subte y el premetro. En el cierre, Carmen Arias y Pina tomaron la palabra, reafirmando el compromiso inquebrantable de las Madres con la lucha de los pueblos, con esa fuerza que no se agota, que vuelve a nacer cada jueves.
En un contexto político donde el modelo fascista de La Libertad Avanza se impuso en las últimas elecciones legislativas, las Madres marcharon una vez más por los sueños de los 30 mil. Lo hicieron junto a cientos de compañeros y compañeras que se niegan a aceptar como normal el ajuste, la represión y la entrega.
Con el mismo impetú de siempre, Demetrio tomó la palabra y saludó con alegría a los jóvenes que se sumaron a marchar: dijo que lo conmovía ver a “un grupo grande de compañeros estudiantes del Mariano Acosta, de la agrupación El Acostazo, y también compañeras del Colegio N° 1 de Cerámica”, porque eso demostraba que la historia de las Madres seguía latiendo en las nuevas generaciones. “Las Madres mantienen —y nosotros acompañamos— invicta esta marcha desde hace 48 años”, recordó, y el aplauso fue unánime.

Con el mismo tono, envió un abrazo solidario a Guillermo Moreno, luego de que la Corte Suprema ratificara una condena injusta en su contra. Aseguró que “lo que quieren criminalizar no es un delito, sino una obligación política: enfrentarse al grupo Clarín”. Y fue entonces cuando recordó que nuestra compañera eterna Hebe de Bonafini cambio de casa «procesada por este sistema judicial que deja libres a los genocidas y a Caputo, pero condena a las Madres y a los compañeros del campo popular”.
Más adelante, Iramain reflexionó sobre el resultado de las elecciones y advirtió que la respuesta debía ser organización, no desaliento. “Nunca fue nada fácil para nuestro pueblo”, señaló, y recordó que el 30 de octubre de 1983, tras el fin de la dictadura, las Madres dijeron: “Hoy no termina nuestra lucha, hoy comienza nuestra lucha”. Desde la Plaza, Demetrio retomó esa enseñanza y la actualizó: “Nosotros tenemos que saber que todos los jueves comienza nuestra lucha”.
En el mismo sentido, advirtió sobre el intento de los grandes medios y del poder económico de instalar un clima de derrota. “No nos vengan a vender crisis, derrota o pesimismo, porque nada de eso ocurrió el domingo”, dijo. “Estamos en pie, fuertes, firmes. No se pintó de violeta el territorio, eso es mentira. En la provincia de Buenos Aires hubo un empate técnico y fue la mejor elección en veinte años. No fue una paliza electoral, ni mucho menos.”

Luego, destacó el gesto del gobernador Axel Kicillof, que afrontó los resultados con responsabilidad política. Contó que “el domingo se fue ahí, dio la cara, habló él solo delante de todos los compañeros y compañeras que estábamos allí, incluidas por supuesto las Madres de Plaza de Mayo”. Y recordó con admiración el compromiso de Irene Molinari, integrante de la filial Mar del Plata: “Votó temprano, se tomó el micro, llegó a las cuatro de la tarde, esperó los resultados y cuando terminó el acto se volvió a Mar del Plata. Eso es poner el cuerpo, compañeros, a bancar la que venga, porque lo que nos trae a estar acá son las convicciones, no un resultado electoral.”
Con el mismo ímpetu, Iramain llamó a dejar de buscar culpables y a asumir responsabilidades colectivas. “Basta de ver quién es el culpable de la derrota”, dijo. “Lo que acaba de empezar es la lucha para construir una alternativa que lo saque a Milei en 2027. Para eso hay que laburar, militar, organizar, convencernos, tener claras las convicciones. No estamos acá por un cargo ni por un puesto, sino para tener el poder para nuestro pueblo y darle alegría a nuestro pueblo.”
Ya hacia el final, marcó los desafíos del tiempo que viene. “Van a pasar dos cosas”, dijo con firmeza. “Una es el gran deterioro que va a sufrir nuestro pueblo, y entonces tenemos que organizarnos para capitalizar ese descontento. Y el otro desafío es llegar al 2027 unidos de una buena vez, con una síntesis política, no solo electoral. Así como lo echamos a Macri, también lo vamos a sacar a este tipo en el 2027.”

Más adelante, fue el turno de Beto Pianelli, secretario general del sindicato de los trabajadores del subte y el premetro, quien agradeció a las Madres por la invitación y recordó el reciente convenio firmado entre su gremio y la Universidad Nacional de las Madres, al que definió como “un orgullo y una obligación histórica”. Explicó que su vida militante, como la de tantos, estaba “atravesada por la lucha de las Madres, por la verdad, por la memoria, por la justicia, por el no olvido ni perdón”.
Con emoción, sostuvo que aquel convenio era apenas un gesto mínimo frente a lo que ellas habían dado: “Lo menos que podíamos hacer era acompañar esta lucha, involucrarnos como uno más en este proyecto de los 30 mil, un proyecto de sociedad mejor, porque si había algo que tenían los compañeros desaparecidos era eso: pelear por una sociedad más justa”.
En ese marco, Pianelli se refirió al resultado electoral del domingo, pero aclaró que “para los militantes, las elecciones no son el principio ni el final de nada”. Dijo que “las elecciones son un momento más de la lucha”, y que si bien importaba quién ganara, lo esencial era “seguir peleando todos los días, enfrentando a los enemigos del pueblo y caminando junto a los compañeros”. Lo que los movilizaba, aseguró, “no es ganar una elección, sino transformar la sociedad para que nuestros hijos vivan en un país digno, sin explotación y con verdadera libertad”.

Más adelante recordó los años de esperanza que marcaron los gobiernos de Néstor y Cristina, y reconoció sin rodeos los límites del ciclo posterior. “Nos entusiasmamos durante los doce años de Néstor y Cristina —dijo—, y con Macri juramos que lo íbamos a terminar rápido, y lo terminamos rápido, duró cuatro años. Pero también tenemos que decir que cuando volvimos no supimos, o no pudimos, o no quisimos generar las transformaciones necesarias que nuestro pueblo necesitaba. Por eso tenemos este monstruo en la Casa Rosada.”
Con claridad política, explicó que la derrota no debía esconderse: “El domingo no fuimos mayoría, y eso tenemos que decirlo. Hoy gobierna un gobierno reaccionario, sostenido por el imperio del norte, por Trump, ese asesino que banca a los que bombardean en Palestina y que quiere bombardear Venezuela”. Por eso, advirtió, “van a venir por nuestros derechos laborales, por la riqueza del país, y nosotros vamos a tener que redoblar la resistencia, como todos los jueves, como los jubilados cada miércoles, y como cada vez que enfrentamos una paritaria o a los verdaderos dueños de la Argentina”.
En el mismo tono, reflexionó sobre las causas del resultado electoral y apuntó contra la manipulación mediática y el miedo. “La gente fue a votar amenazada —dijo—. Les dijeron que el lunes volaba todo por los aires. Y claro, nadie quiere que todo vuele por los aires. Es mentira que nosotros queríamos eso. Nosotros queremos una sociedad mejor, vivir en paz, con trabajo y dignidad.” Pianelli denunció que “esa campaña del miedo fue un chantaje de los mercados, con el dólar como arma”, y subrayó que, aun así, La Libertad Avanza “perdió el 14% de los votos a nivel nacional”. “Eso no lo van a decir (Héctor) Magnetto ni los medios —agregó—, pero es la verdad.”

Luego, hizo una autocrítica sincera: “También muchos de nosotros reproducimos ese discurso del miedo, sin querer hicimos campaña para el otro. Y además, no supimos decir con claridad que el proyecto del 200% de inflación del gobierno de Alberto Fernández no era nuestro proyecto. Fue el de los grupos concentrados que lucraron durante dos años con la inflación, y a los que no les paramos la mano. Tenemos que decirlo para recuperar a esos compañeros que sufrieron y hoy desconfían”.
Con el mismo ímpetu, Beto defendió el verdadero sentido de su militancia: “Nosotros somos los que queremos distribuir la riqueza, los que queremos trabajo estable y digno, los que no queremos precarización laboral. Somos los que queremos trabajo para todos, no para unos pocos”. Y citó a Kicillof para plantear una necesidad urgente: “Como dijo Axel hace un tiempo, necesitamos construir nuevas melodías, nuevas canciones. No son ideas nuevas, son viejas ideas con nuevos ritmos”.
Entre risas y aplausos, contó una anécdota del domingo electoral: “Yo me quejaba porque decía ‘no puede ser que sigamos poniendo la misma marcha que hace veinte años, pongámosla aunque sea en cumbia’. Después la pusieron”, recordó. Pero enseguida retomó el tono combativo: “Necesitamos hablarle a esos miles de jóvenes que no conocieron un recibo de sueldo, ni vacaciones, ni un convenio colectivo. Tenemos que decirles que hay una vida mejor, la del trabajo, la del estudio, la del Estado que te acompaña y te da oportunidades para crecer”.

Hacia el final, Pianelli dejó un mensaje de esperanza y compromiso. “Lo del domingo no fue nada, o fue un cachetazo que nos tiene que servir para construir una verdadera alternativa en los próximos dos años”, dijo. “Pero no para ganar por ganar, sino para transformar de una vez por todas este país en un país de iguales, libre e industrializado, donde la desigualdad no siga hundiendo a los barrios populares. Queremos un país donde todos podamos desarrollarnos, y eso tenemos que construirlo todos los días, con el que tenemos al lado.”
Por último, tomó la palabra Carmen Arias, con la serenidad de quien lleva casi medio siglo marchando sin rendirse, empezó hablando del resultado del domingo. Reconoció que había sentido bronca y angustia. “Estaba esperando los resultados —contó—, y en un momento me angustié mucho, me daba mucha bronca, mucha tristeza.” Pero enseguida, relató, pensó en las Madres. “Si las Madres hace 48 años que luchamos, ¿cómo me voy a achicar por esto?”, se preguntó, levantando la voz y encendiendo el aplauso de la Plaza.
Más adelante, advirtió que el gobierno “amenaza con una reforma laboral brutal, con jornadas de 13 horas, sin vacaciones ni derechos”, pero afirmó que el pueblo tiene tiempo para organizarse y resistir. “Tenemos dos años para luchar, para que no ganen nunca más —dijo con firmeza—. Y eso corre por cuenta nuestra.”

Con el mismo ímpetu, llamó a la unidad de todos los sectores. “Nos tenemos que unir todos —dijo—: los políticos, los no políticos, los estudiantes, los trabajadores. Todos, para que no volvamos a tener a alguien como ellos en el gobierno.” Su voz se quebró apenas, pero la convicción se mantuvo intacta. “Va a costar, sí, pero lo vamos a lograr”, aseguró.
Ya sobre el cierre, levantó la mirada y reafirmó la continuidad de la lucha. “Vamos a seguir la lucha, y dentro de dos años lo vamos a echar a este gobierno”, prometió, desatando aplausos y cánticos. “Empezamos ya la lucha —remarcó—, ya. Y no es para un rato, es para siempre, como decía Hebe.”
Antes de despedirse, Carmen dirigió unas palabras especialmente a los jóvenes, a quienes miró con ternura y decisión. “Ustedes también tienen que seguir —les dijo—. Los jóvenes, los que vienen después, son los que van a sostener esta lucha para siempre.” Y, con la sonrisa que tantas veces acompañó la resistencia, cerró: “Hasta el jueves que viene, muchas gracias. Y como digo siempre: la lucha sigue.”

