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Las Madres celebraron dos mil jueves en la Plaza de Mayo que las vio nacer, acompañadas por miles de personas que participaron de esta jornada histórica.

Cuando su camioneta ingresó a la Plaza, pasadas las dos de la tarde, miles de personas ya estaban allí para marchar con ellas.

Las Madres venían de recibir, en su casa, a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que las visitó durante dos horas. Cristina mantuvo un encuentro privado con las integrantes de la Asociación, y luego, compartieron un ameno almuerzo plagado de anécdotas.

En la Plaza, la multitud esperaba a las Madres escribiendo y grafiteando una réplica de la fachada de la Casa Rosada de dos metros de alto por seis de ancho, en la que la gente pudo dejar su mensaje al Gobierno. La réplica fue hecha por los integrantes de la organización Eva Perón, de Avellaneda.

Ya en la Plaza, las Madres intentaron marchar, no alrededor de la Pirámide como es habitual –la cantidad de público hacía imposible tal cosa– sino alrededor de la Plaza. No pudieron hacerlo en el primer intento debido a que todo el mundo se abalanzaba buscando un abrazo que la inestabilidad de sus piernas no podían sostener. Decidieron, entonces, hacerlo arriba de la combi. La multitud marchó detrás, a los costados, por donde pudo cantando canciones y consignas que reivindicaban su lucha.

Mientras se realizar la marcha, comenzó, arriba del escenario, un juicio relámpago, ético y político al Gobierno, cuya producción estuvo a cargo del Colectivo de Estudiantes del IUNMa. Fueron juzgados el presidente Mauricio Macri, la vicepresidenta Gabriela Michetti y los ministros Alfonso Prat Gay, Germán Garavano, Juan José Aranguren, Jorge Lemus. Sobre el escenario se desplegaron seis banner con datos sobre la gestión de cada uno, que constituyeron la base de la gestión. El juez, el pueblo soberano, levantó la mano para juzgarlos, ya con la presencia de las Madres que habían terminado de marchar.

Luego, la presidenta de la Asociación, Hebe de Bonafini, subió al escenario junto al diputado Edgardo Depetris, a quien las Madres reconocieron con la entrega de un pañuelo blanco. Hebe destacó la trayectoria sindical y el compromiso y dijo que querían entregárselo a un digno representante de los trabajadores. Emocionado, Depetris sostuvo: “Recibo este pañuelo con orgullo y con alegría en nombre de los trabajadores, de Néstor y de Cristina. Yo les digo a mis compañeros militantes del movimiento obrero que hay que analizar bien el fenómeno Madres de Plaza de Mayo. Hay que vivirlo, hay que comprenderlo”. “Las Madres en sus marchas, reclamando por la Aparición con Vida frente a los militares, empezaron a abrirnos los ojos y el camino para decir con fuerza en esta Plaza y en todas las que sea necesario, que no hubo ‘guerra’ o ‘guerra sucia’, hubo Terrorismo de Estado, hubo aniquilamiento de nuestros compañeros para terminar con el país de Perón y Evita”.

Por último, expresó: “En ese momento empezó el peor momento de la Patria. Por eso viven con nosotros. Los 30.000 y las Madres nos llevarán de nuevo a la victoria. Las Madres durante la dictadura fueron un faro y son el símbolo que nos guiará siempre. Ustedes viven en el corazón del pueblo argentino”.

Seguidamente, comenzaron los cuatro discursos de cierre, todos a cargo de mujeres. El primero fue el de Verónica Parodi, directora del Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi), de la Asociación: “Esta Plaza es inolvidable. Ustedes nos demostraron que la vida late con más fuerza. Estamos aquí para defenderlas con el cuerpo y con el alma. Nadie podrá detenernos porque nos dieron la fuerza que nace desde las entrañas”, afirmó con emoción. Luego, agregó: “Este Presidente quiere volver al pasado y habla sin respeto por la lucha que llevaron estos años y ofende sin escrúpulos nuestra memoria histórica. Hoy nos toca abrazarlas una vez más en esta Plaza, que es del pueblo. Ustedes son la voz de un pueblo dolido, estaremos de pie resistiendo a su lado. Este pueblo las ama inmensamente”. “Tendremos para siempre un pañuelo blanco como bandera”, concluyó entre aplausos.

A su turno, Silvina Rivilli, integrante de la agrupación 13 de agosto de Córdoba y compañera de las Madres, sostuvo: “Tenemos la obligación de conocer la historia de las Madres. Las Madres no hacen una ‘ronda’, marchan, porque generan vida”. En otro tramo, afirmó que las integrantes de la Asociación: “fueron las únicas que no cobraron la reparación económica de sus hijos y las únicas que socializaron la maternidad, para hacerse Madres de los 30.000”. En ese sentido, agradeció el ejemplo y la enseñanza de vida y de lucha, que es parte de su legado.

En tanto, la periodista Nora Veiras sostuvo que jamás imaginó estar acompañando a las Madres en estas 2000 marchas con la Plaza llena. Comenzó citando a Eduardo Galeano: “‘En la Argentina, ‘Las locas de Plaza de Mayo’ serán un ejemplo de salud mental porque ellas se negaron a olvidar en los tiempo de la amnesia obligatoria’”. Luego, reflexionó: “Las Madres hicieron realidad lo que parecía inconcebible, transformar el dolor y el miedo, en coraje y por sobre todo, en acción, en lucha. A lo largo de estos 40 años, las Madres vienen poniendo los ladrillos de la memoria, transformando la frustración en esperanza. Enseñando que cuando hay una convicción y verdad, nada es imposible”.

“La pacifica, y a veces prepotente, y siempre inclaudicable, búsqueda de justicia de estas mujeres se transformó en un símbolo de la Argentina en el mundo. Son genuinas protagonistas de la historia. Gracias por seguir enseñándonos a defender nuestros derechos. Una enseñanza que hoy es más revolucionaría que nunca”, finalizó, emocionada, la periodista de Página/12.

Para finalizar, hizo uso de la palabra Hebe de Bonafini: “No es fácil ver esta Plaza llena de gente alegre, feliz, de gente que vino a conmemorar, a acompañar para decirnos que están dispuestos a seguir el camino de nuestros hijos. Pensé mucho sobre qué iba a hablar. Pensé en los partos, el jardín de infantes, la escuela, la universidad, la alegría de tener hijos profesionales, la familia, la alegría de comer juntos. A veces, cuando ellos militaban y no venían a comer los domingos, yo me enojaba, pero ellos me decían: ‘mamá, si comemos todas la semana juntos’. Pensé en cuando tomaron el Colegio Nacional y me mandaban a pedir comida porque estaban arriba del techo de la escuela y los avanzaban con las bombas molotov. La alegría de la militancia, el canto, el amor, la pareja. Los compañeros, que eran otros hijos para mí. Un día mi hijo mayor me dijo que tenía que guardar a un pibe, le dije que le pregunte al padre, mi marido le dijo que me pregunte a mí y entonces yo dije que sí. Y así empecé a entender el maravilloso proyecto de tanto pibe que se jugó la camiseta para que hoy podamos estar acá en libertad, se jugaron la vida por la patria, por el otro”.

“Hijos queridos, todos, los 30.000 desparecidos, los 15.000 fusilados en las calles, los 8900 presos políticos, más de dos millones en el exilio, pasaron a  ser todos nuestros hijos. Es tan hermoso, tan increíble, tan único que todos sean nuestros hijos. No hay en el mundo otras mujeres que, como nosotras, podamos llevar en nuestro vientre, en nuestro cuerpo, en nuestro corazón, tanta responsabilidad por tantos hijos que amamos, que queremos y que seguimos defendiendo. Esta patria, le debe a los desaparecidos una reivindicación, vamos a tener que llenar muchas plazas, compañeros, muchísimas, para reivindicarlos. ¿Saben por qué? Porque hay que tapar tanta mierda que nos quiere imponer que han sido otra cosa. Nuestros hijos fueron revolucionarios. No importa a que grupo revolucionario pertenecían o si estaban en la lucha armada o no. Todos querían una patria como la que nos dieron Néstor y Cristina. Con eso soñaron nuestros hijos”, añadió luego.

Además, sostuvo: “Néstor y Cristina nos dieron 12 años de gran felicidad. En el año 1981 escribí una carta a mis hijos en la cual decía que yo sabía que un día un hijo nuestro iba a cruzar la Plaza de Mayo e iba a ocupar el sillón de Rivadavia. Y lo ocuparon Néstor y Cristina, esos son nuestros hijos. Néstor nos quería mucho, Cristina también. Hoy nos visitó y estuvo casi dos horas con nosotras porque Cristina también es nuestra hija. Estos días han pasado cosas increíble: me planté, sí, me planté, dije basta. Pero no porque soy más macha, sino porque tengo claro que los pueblos podemos muchas cosas más de las que creemos. A veces los pueblos no sabemos cuántos instrumentos tenemos en nuestras manos. Nuestros hijos nos decían que teníamos que llenar las calles y las plazas, por eso las Madres nunca fuimos Madres de escritorio, fuimos Madres de las calles”.

“Hemos caminado mucho, pies ampollados y cansados, pero con qué honor, compañeros, era por nuestros hijos. Cuando vino Néstor no hicimos más Marchas de la Resistencia porque el enemigo ya no estaba en la casa de gobierno, estaba un hijo nuestro. Así que paramos las marchas pero las retomamos ahora porque hace ocho meses, en la casa de gobierno, tenemos otra vez un enemigo: el 26 y 27 de este mes retomamos la Marcha de la Resistencia. Tenemos que inundar las plazas con la consigna: ‘Por el derecho a trabajar, resistir sin descansar. Cristina conducción’. Viva la patria, compañeros”.

La plaza fue un estruendo: ¡Viva!

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